Año viejo...
Un año más se fue... un año mas
llegó. Todo pasa y pesa. Y el andar se
hace mas cansado… ¿No es cierto? Muchas veces quisiera caminar más liviano.
Caminar; mejor dicho, empezar a caminar desde cero. ¿Cuantas veces…?. Pero esto
es la vida y la vida es así de simple. Lanzas los dados, lanzas tu suerte,
lanzas tu destino envuelto de futuro. Y así los días se acumulan, se acumulan
en folios de ese expediente con nombre y apellido que Dios guarda en algún
anaquel al lado de otras vidas, de otros días, en aquel viejo archivo que debe
conservar muy bien organizado. Claro, si es que aun Dios existe. Tal vez el
también; cansado, dejó esos mismos dados tirados, algún jueves cualquiera y
partió. ¿A donde? No lo sé. Me gustaría saberlo. Es mas me gustaría serlo, es decir
ser él. Ser Dios. Porque todos tenemos siempre algún error a cuestas, los
errores de una vida que muchas veces quisiéramos cambiar. Y si alguien puede
cambiar eso supongo que solo puede ser Dios. Pero vamos, solo somos humanos y
viviremos con nuestro errores y recuerdos, buenos y desgarradores, malos y
alegres, ocasionados por dediciones propias o de otros. ¿Decisiones de Dios?.
No, no lo creo. El ya debe estar cansado de que los humanos le echemos la culpa
de lo que ha vivido nuestra civilización. Entonces, aprendamos a vivir con nuestros
errores, aprendamos a vivir con nuestras decisiones, bien o mal tomadas, pero nuestras... y
asumamos el destino o futuro que nos labramos y que se encuentra en ese
expediente de algún viejo archivo llamada vida.
P.D. Recuerdo una película sobre
la guerra de Vietnam, recuerdo una escena en donde un soldado norteamericano
esta fumando marihuana en compañía de otros soldados, recuerdo que decía que
Dios debía estar allí arriba mirándolos, fumándose un gran porro de sativa,
recuerdo haber sonreído y haber afirmado lo mismo mientras bebíamos unas
cervezas, pero también recuerdo el golpe de mi hermano y recuerdo que me decía
que pensaba huevadas... sin querer y sin saberlo creo, me había dicho blasfemo. Luego nos reímos,
él y los otros dos con los que estábamos. Así era él. Lastimosamente ese mismo
Dios se lo llevó, ó ese mismo Dios se olvidó de cuidarlo y velar por él ó esa misma nada; que
alguna vez quizás existió, dejó que las decisiones de mi hermano culminaran de
escribir su expediente.

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